Si tu hijo tiene poco apetito, tal vez le falte esta vitamina
|Para los padres generalmente se presenta una lucha al darles de comer a sus hijos, pues a algunos les llega la edad en que no quieren sentarse a la mesa y representa todo un reto lograr que terminen la comida que está servida en el plato.
Al respecto puede suceder que los encargados hayan probado uno y mil métodos para lograr que los menores permanezcan atentos a la hora de las comidas y no empiecen a evadirla sacando cientos de excusas ante los alimentos.
Sin embargo, los expertos han dado un parte sobre las posibles causas de esta conducta y han hecho diferentes recomendaciones para abrir el apetito en los hijos y así evitar que la hora de la comida se convierta en una pelea constante, ya que esto se vuelve contraproducente en el organismo y la mente de los niños.
Sin embargo, es probable que se presenten anorexias de causa psicógena, con formas simples y transitorias, como las que aparecen tras el destete, el nacimiento de un nuevo hermano, la entrada en la guardería o la interrupción del contacto con la madre, y formas más complejas como la denominada anorexia esencial de la infancia, que puede llegar a afectar a uno de cada tres niños menores de ocho años, así lo registra Elsevier.
Añade que una circunstancia específica como la interrupción de la lactancia materna, asegura, puede precipitar el desencadenamiento de una anorexia infantil crónica. El menor puede presentar este tipo de anorexia esencial cuando registra dificultad persistente para comer adecuadamente y se le dificulta en gran manera subir de peso.
En el desarrollo de los menores se produce un aumento de las necesidades proteicas por el crecimiento de los músculos y otros tejidos. El aumento de peso es entre 2 y 2,5 kg/año. El crecimiento es de aproximadamente 12 cm el segundo año, 8 a 9 cm en el tercero y 5 a 7 cm después de esta edad. Al finalizar el tercer año, tanto las niñas como los niños alcanzan el 50% de su estatura adulta.
Los suplementos que se prescriben más frecuentemente son los de vitaminas A, C y D, que se encuentran en alimentos como espinacas, tomates, y productos lácteos como queso y leche fortificada (se debe escoger opciones lácteas sin grasa o bajas en grasa). Además de cereales para el desayuno fortificados, frutas y verduras de color naranja y amarillo como zanahorias, patatas dulces, mangos y melón o brócoli, según Medlineplus.
Añade que la vitamina A ayuda a mantener sanos los dientes, de igual manera los tejidos blandos y óseos, membranas mucosas y piel. Esta vitamina es conocida como retinol, ya que produce los pigmentos en la retina de los ojos, además favorece a una buena visión.