¿Mala circulación? Estas son las vitaminas que necesitas

El sistema circulatorio está formado por vasos sanguíneos que transportan la sangre desde y hacia el corazón. Además, lleva oxígeno, nutrientes y hormonas a las células y elimina productos de desecho como el dióxido de carbono.

Los problemas circulatorios y del corazón se agrupan en dos categorías: congénitos, lo que significa que el problema estaba presente en el momento del nacimiento; y adquiridos, lo que significa que los problemas se desarrollaron en algún momento de la infancia, la niñez, la adolescencia o la vida adulta.

De hecho, cuando una persona tiene mala circulación puede presentar fatiga, edema, mareos, dolor de cabeza, manos y pies fríos, dolor en las piernas, calambres musculares, latidos cardíacos irregulares, pérdida de cabello y sequedad de la piel, entumecimiento u hormigueo en partes del cuerpo, entre otras.

Existen varios suplementos nutricionales que ayudan a aumentar la circulación”, como, por ejemplo: vitamina C, vitaminas del complejo B, calcio, magnesio, y aceite de pescado omega 3.

En consecuencia, la vitamina C se encuentra en frutas cítricas como naranjas y pomelos/toronjas, kiwi; otras frutas y verduras, como brócoli, fresas, melón, papas horneadas y tomates.

Para obtener vitaminas B se deben consumir proteínas como pescado, pollo, carne de res, huevos y productos lácteos. Los vegetales de hojas verdes, fríjoles y judías también tienen vitaminas B.

El calcio está presente en la leche, el yogur y el queso son las fuentes primordiales de calcio; la col rizada, el brócoli y el repollo chino son buenas fuentes de calcio de origen vegetal; el pescado con huesos blandos comestibles, como las sardinas enlatadas y el salmón, son buenas fuentes de calcio de origen animal.

El magnesio está presente en legumbres, nueces, semillas, cereales integrales, hortalizas de hojas verdes, cereales para el desayuno y otros alimentos fortificados, leche, yogur y algunos productos lácteos.

Finalmente, el omega 3 se encuentra en nueces y semillas como de linaza, de chía y nueces negras; en aceites de plantas como de la linaza, aceite de soja (soya) y aceite de canola o en alimentos fortificados como ciertas marcas de huevos, yogurt, jugos, leche, bebidas de soja (soya) y fórmula infantil.

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